domingo, 18 de diciembre de 2011

El contador


En la Villa de Arico, Montaña arriba, el valle que llaman El contador. Casi se dijera una isla dentro de otra isla, al margen; un mundo dentro de otro mundo.




No sé muy bien por qué razón son pocas las personas que saben de la existencia de este lugar. Tampoco yo, hasta hace bien poco, lo conocía. Carretera del sur adelante -como dijera Emeterio Gutiérrez Albelo en su Kodak superficial, sus Estampas del sur de Tenerife-, "rabo de lagarto herido, reiterada S borracheril", subimos montaña arriba, codo con codo con las ventanas de triunfante claridad que va abriendo el valle ante nuestra mirada.


Siento deseos de reír, mientras el sol va convertiendo en oro lo que toca a su paso.


El valle de El Contador, desolado, al margen de la vida o en la cima de ésta; casi un epílogo para la isla de las maldiciones.




Montaña arriba sólo se escuha el ladrido de unos galgos a lo lejos. Poco a poco la aridez del paisaje del sur va mudándose en una luz verdecida que anuncia la Corona Forestal.


Por su estrecha carretera de agujeros, baches y socavones; por la fijeza con la que el sol golpea la frente de sus visitantes, el valle de El Contador tiene algo de tierra inaccesible. El valle se abre a nuestro paso con la gracia de esos pocos parajes intocados, como si apareciésemos, por arte de magia, introducidos en una postal rural de otro tiempo.


Junto a la carretera, montañas de cardos hasta donde la mirada alcanza. Siento, entonces, deseos de imitar el gesto, inocente, del poeta Aníbal Núñez en la primavera soluble. También yo, al tocar cardo, me he manchado de plata.


lunes, 12 de diciembre de 2011

Memoria de Manuel González Sosa




A las 19:30 horas de este próximo miércoles 14 de diciembre, el Instituto de Estudios Canarios (c/Juan de Vera, 4 - La laguna, Tenerife) celebrará un acto en recuerdo y agradecimiento al poeta y crítico grancanario Manuel González Sosa (Guía, 1921), fallecido el pasado 25 de octubre. Compartirán la mesa Antonio Henríquez, Arturo Maccanti, Eugenio Padorno, Carlos E. Pinto, Andrés Sánchez Robayna, así como Pedro González Sosa, quien clausurará el acto. Una exposición bibliográfica del poeta permenecerá abierta hasta el próximo 22 de diciembre en las mismas instalaciones del IEC.
Bien está que sea el Instituto de Estudios Canarios quien tome la palabra en una ocasión como ésta, pues Manuel González Sosa ha ejercido sobre muchos escritores de Canarias un magisterio casi secreto, no sólo por la exigencia con la que se acercó a la palabra poética, sino también por la generosidad extrema y la modestia que caracterizó su vida, ajeno completamente a cualquier forma de vanidad. Y así, a fuerza de devenir secreta su voz e inadvertida su existencia, se convirtió en una constante en el paisaje de las letras canarias, hasta el punto de que en 1998 algunos escritores de las islas publicaron un libro - homenaje bajo el título, irrebatible, de Presencia de Manuel González Sosa. Ningún otro lema podría servir mejor; ningún otro nombre o título, que el de esta presencia para referirnos a un escritor que ha protagonizado, irremediablemente, un capítulo de excepción en el decurso de la cultura canaria.

domingo, 11 de diciembre de 2011

martes, 10 de enero
Uno está tranquilo, haciendo lo que le viene en gana, y de repente te invaden con noticias, comentarios e imágenes caídas desde no se sabe muy bien qué estratosferas, interrumpiendo tu tiempo de estar sentado frente a la pantalla del ordenador. Las redes sociales han conseguido metarse en nuestra casa por la puerta grande, sin que uno sepa muy bien para qué han venido. Casi sin quererlo, y sin habértelo propuesto previamente te ves "abriendo ventanitas", respondiendo a esto y aquello, borrando de "la bandeja de entrada" varias decenas de mensajes que tú no recuerdas haber solicitado previamente. Este nuevo orden de cosas al que nos tiene acostumbrados "la red" desde hace ya algún tiempo, y con el que estamos ya casi acostumbrados a convivir, ha traído aparejado, además, un nuevo uso de lenguaje al que nuestros oídos -al menos los míos- no acaban de acostumbrarse del todo. Y así con relativa frecuencia alguien nos dice: "agrégame al feis" o, lo que es peor, "linkéame, por favor". Con todo, lo peor es que te digan, mirándote a los ojos, "dame un toque en el guasap". En esas situaciones, a lo sumo podríamos alegar que tenemos desconectado el "3G", o comentar que no has entendido bien porque estabas "tuiteando" o, en fin, cualquier otra cosa que nos sirva para escabullirnos. En fin, son otros tiempos.