domingo, 11 de septiembre de 2011

Raoul Ubac
Dibujos - guaches - esculturas




10 septiembre - 22 octubre
Galeria Thessa Herold
7, rue de Thorigny - 75003 Paris


La Galería Thessa Herold inauguró ayer una exposición con obras de Raoul Ubac, uno de los artistas vinculados al Surrealismo a los que este espacio ha dedicado mayor atención. El título de la muestra, Dessins - Gouaches - Sculptures no debe llamarnos la atención por su simplicidad, pues Ubac es conocido, especialmente, por sus célebres solarisaciones y brûlages en el ámbito de la fotografía de vanguardia, muy especialmente tras la publicación en 2000 de su catálogo razonado en las ediciones de Léo Scheer por parte de Christian Bouqueret. Se trata, ésta, de una buena ocasión para acercarnos a las otras facetas creativas del fotógrafo, y de establecer puentes entre unas y otras disciplinas. El catálogo Dessins - Gouaches - Sculptures publicado por Thessa Herold cuenta con los textos de Françoise Dumont y Dominique Delfieu, escritos con objeto de esta muestra.
Nacido en 1910 en la región de Ardennes, Bélgica, en Malmédy, Raoul Ubac encuentra el grupo surrealista en el transcurso de su segundo viaje a París en 1930. Sus fotografías de experimentación vanguardista -sus fotografías fósiles, sus series de Penthésilées, sus Piedras de Dalmatie o del Midi, sus desnudos de Agui- obtienen cierto reconocimiento entre los surrealistas y algunos de esos trabajos fotográficos se reproducen en la revista Minotaure. Con todo, de forma paralela a su labor como fotógrafo, Ubac lleva a cabo una obra plástica ciertamente original, en la que destacan, sobremanera, sus dibujos, muchos reproducidos en revistas y publicaciones colectivas. Sin duda, una de las técnicas trabajadas por Ubac más peculiares son sus ardoises -pizarras-, que comienza a tallar a partir de 1946: “J’avais trouvé par hasard une dalle d’ardoise et avec un clou, je crois, j’ai entaillé cette ardoise. J’ai été très étonné par la possibilité graphique qu’elle offrait...”. Después de los años de la Guerra, su amistad con Christian Dotremont lo aproxima a COBRA, participando en las publicaciones del grupo y en su exposición de Liège de 1950.
Si los escritos de Ubac dan cuenta, asimismo, de cierta habilidad para con la escritura, lo cierto es que éste nunca dejó de colaborar con escritores y poetas en múltiples proyectos, entre ellos, Breton, Éluard, Péret, Mariën, Nougé, Dotremont, Lescure, Frénaud o Bonnefoy. Fotógrafo, dibujante, pintor, escultor de ardoises, y un escritor entusiasta, Raoul Ubac fue un artista integral, comprometido hasta la médula con el mundo de la creción en su totalidad. Saludamos -y celebramos-, pues, desde nuestra región atlántica, esta exposición.

martes, 6 de septiembre de 2011

Más cuerpos en bandeja



Hace tan sólo un par de días visité el mercado de Santa Cruz, Nuestra Señora de África, para comprar fruta, ahora que el producto de temporada rebosa los puestos como pura manteca. Comprobé, entonces, la exuberancia anunciada por los manjares más deliciosos; el reinado efímero de las frutas paradisíacas y archimboldescas, como cuerpos robustos y frágiles a un tiempo, dulces mitologías del deseo.
Recordé de inmediato el libro Cuerpos en bandeja. Frutas y erotismo en Cuba -ya todo un clásico de las modernas letras cubanas- en el que el poeta Orlando González Esteva festeja la superabundancia del lenguaje neobarroco acercando al lector -al espectador- a la estética desenfrenada de las frutas tropicales. En este libro de edenes jocosos y atrevidos -¡vaya papaya!- los versos del poeta dialogan con el delirio tropical del pintor Ramón Alejandro, quien ha hecho de la pulpa anhelante y anhelada de la fruta una de las formas más altas de representación del deseo. Y es que, Cuerpos en bandeja es, sobre todas las cosas, una celebración de la capacidad evocadora del código artístico: frente a lo explícito, lo implícito; frente a la sexualidad -directa y lineal-, el erotismo -entredicho y curvilíneo-; frente a los movimientos de un corredor de fondo, la coreografía de una delicada bailarina; frente al discurso comunicativo y funcional, la inutilidad y el derroche del lenguaje poético. Orlando González Esteva -a quien por cierto intenté visitar, sin éxito, en Miami, con ocasión de una feria de arte, y a quien dejé unos libros en la recepción de un hotel sin que nunca supiera si llegaron finalmente a sus manos- nos ha tendido una trampa bajo la apetitosa exuberancia que se oculta y se ofrece, en bandeja, sobre el jardín de Eros.
Los versos de González Esteva y las frutas de Ramón Alejandro asaltan cualquier mirada, se brindan ante cualquier ojo. Recorramos los colores, las texturas, los olores, las cavidades húmedas: dejémonos llevar de la mano de los antojos del paladar.



[Ramón Alejandro, El instante pertetuo, 1996.]


Orlando González Esteva / Ramón Alejandro
Cuerpos en bandeja: Frutas y erotismo en Cuba.
Artes de México
Libros De La Espiral, 1998, 128, págs.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Y ahora qué escribir




Lo de escribir todos los días tiene su cosa; uno se sienta frente al escritorio, un tanto rodeado de libros y de objetos dispares que impiden ver el color de la pared del fondo, y no sabe cómo hincarle el diente a la página en blanco aún no escrita. Luego vienen los primeros garabatos, las anotaciones en los márgenes sobre este o aquel tema, las digresiones o, las más de las veces, unas cuantas palabras cuya caligrafía se resuelve en el pulso del lápiz por la evocación que una melodía no recordada incita en tu cabeza. No has podido olvidarla, obsesivamente, desde hace ya varias horas, desde el cominezo de la jornada, se diría. Finalmente te dices a ti mismo que de esa extraña música es de lo que quisieras escribir, pues poner en palabras las intuiciones es la mejor manera de hacer presente una idea, un pensamiento o una imagen, como si jugaras a revelar una fotografía en una cubeta en la que poco a poco fuera apareciendo, bajo las ondulaciones acuosas del revelado, los contornos de una imagen fabulosa. También sucede, en ocasiones, que debes repasar mentalmente todas y cada una de las tareas que has realizado en la jornada -ya próxima a extinguirse- acaso para caer en la cuenta, más vivamente, de algo sobre lo que te sientes obligado a escribir. Reparas en los detalles, en los discursos silenciosos, en los acontecimientos mínimos, en los vericuetos de tu expericiencia de hoy, y permaneces atento a cada cosa, mientras el texto que buscabas va apareciendo sobre la página ahora escrita.